Pedro Sánchez, con el canciller alemán, Friedrich Merz, en La Moncloa.
Pedro Sánchez, con el canciller alemán, Friedrich Merz, en La Moncloa.AP

El Mediterráneo. El sol de España. La arena quemando los pies. La piel enrojecida. Son recuerdos de infancia, de la que pasó el canciller alemán Friedrich Merz en Cullera en aquellos veranos junto a su familia. «Guardo un grato recuerdo». Ahora regresa a España pero para trabajar no de ocio. En su primera visita oficial desde que lidera Alemania ha mantenido una reunión con Pedro Sánchez en La Moncloa en la que han evidenciado sus diferencias respecto al «genocidio» en Gaza -Merz se niega a calificarlo así- y al reconocimiento del estado palestino. Sí hay sintonía plena en la oposición a Rusia por la invasión a Ucrania. Y un jarro de agua fría, no para refrescar el verano, el canciller no permitirá el reconocimiento del catalán en la UE, al menos a corto plazo, como se comprometió Sánchez con Junts.

Era uno de los asuntos que en La Moncloa tenían apuntando en los cuadernos. Y en una primera y breve reunión bilateral de los dos mandatarios -después la noche se extendió con una cena de trabajo- ya hubo intercambio de pareceres. Para ser parte del sustento de la gobernabilidad de Sánchez, Junts exigió el reconocimiento de las lenguas cooficiales de España en las instituciones europeas. La Moncloa se puso manos a la obra, porque es uno de los incumplimientos que los independentistas reiteran a la delegación socialista con la que se reúnen mensualmente en Suiza o Bélgica, como sucedió este jueves. El Ejecutivo ha llevado el asunto hasta en siete ocasiones al Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, pero nunca se ha llegado a votar porque no ha reunido los apoyos necesarios. Se necesita unanimidad y aunque han vencido la resistencia de algunos miembros de la UE, países como Alemania o Italia lideran el rechazo.

«He tenido ocasión de poder trasladar la posición del Gobierno de España, que es pública y notoria», expuso Sánchez en la comparecencia de ambos líderes ante los medios. Pero ocurre que la de Alemania también lo es y, de momento, se mantiene en el rechazo, quebrando la expectativa de España de dar cumplimiento a un anhelo de Carles Puigdemont. Los secesionistas ya han advertido de manera reiterada a Sánchez que lo que ellos consideran incumplimientos en materias como ésta o lo que llaman «amnistía política» pueden hacer que tomen una decisión que incida en la gobernabilidad del presidente del Gobierno. Y todo en un contexto en que el PSOE ha enviado al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero a tomar el liderazgo de las reuniones en el extranjero con Junts para tratar de abrir la pantalla de la negociación de los Presupuestos. Puigdemont, al menos de momento, se niega. Y sus siete votos son imprescindibles.

Merz fue europarlamentario y a su experiencia se remitió para mantenerse en el ‘no’. «Sé de lo complicado del servicio de idiomas de la UE y cada lengua multiplica la necesidad de traducciones. A medio plazo podría haber una muy buena solución, porque gracias a la IA no necesitaremos intérpretes y vamos a poder entendernos y hablar todos los idiomas de la UE». Esto es, hasta que no haya una vía que no suponga un incremento de gasto, Alemania no está dispuesta a abrir esa puerta. Y Alemania es una llave del candado. Todo, a pesar de que España llegó a comprometerse a la completa asunción del gasto que el reconocimiento de las lenguas en las instituciones comunitarias podía suponer. Una estimación que los propios organismos europeos cifraron en 132 millones de euros anuales.

Merz se mostró comprensivo con la posición y el interés de Sánchez en sacar adelante esta propuesta debido a los «desafíos lingüísticos aquí en España», pero señaló que es una cuestión, en todo caso, a largo plazo. «Cómo resolverlo lo tendremos que ver». Sánchez mantuvo su posición y planteamiento y trató de contraatacar a la mesura de Merz con la prisa del paso del tiempo: «Llevamos 40 años esperando este momento y espero que podamos lograrlo en un futuro no muy lejano».

La cercanía y empatía en la causa ucraniana se torna en matices y diferencias respecto a Palestina. Para empezar, el canciller alemán se niega a calificar de «genocidio» lo que está sucediendo en Gaza, como hace sin tapujos el Ejecutivo español. «No hemos entrado en cómo calificar lo que está sucediendo», terció Sánchez. Su colega evidenció la distancia al señalar que no comparte «la decisión de llamarlo genocidio». «No compartimos la opción de que el Gobierno de Israel alcance de esta forma su objetivo, eliminar a Hamás de forma duradera. Compartimos la crítica al procedimiento pero no la decisión de llamarlo genocidio».

«No es un secreto que sacamos conclusiones diferentes», quiso restar importancia las diferencias el canciller alemán. Alemania es partidaria de la solución de los dos estados, como España, pero el matiz está en el momento en que debe constituirse. Esto es, mientras que el Gobierno español reconoció en mayo de 2024 el estado palestino, bajo la convicción de que es el paso necesario para que pueda haber una negociación de igual a igual que conduzca a la paz, el canciller alemán sitúa ese reconocimiento como «último paso del camino para la solución de los dos estados». Esto es, como meta y no como palanca. Una posición que, por ejemplo, también comparte EEUU.

por Admins

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