«Creo que [Carles] Puigdemont debe formar parte de la solución y no del problema». Fue la respuesta que dio Yolanda Díaz en una entrevista concedida a El País en julio de 2021, preguntada por si suscribía las palabras de Ione Belarra -con quien compartía partido- defendiendo que el prófugo debía poder regresar a España sin ser detenido. El Gobierno acababa de conceder el indulto a los presos del procés, pero por aquellas fechas los socialistas hacían una distinción entre los independentistas que fueron juzgados y los que, como Puigdemont, no. Yolanda Díaz abrió entonces la puerta a romper esa barrera.
La líder de Sumar ha adoptado, en el primer y, especialmente, en el segundo gobierno de coalición, un papel de precursora en las relaciones entre el Ejecutivo y Puigdemont. Ha allanado el camino, tanto de cara a que la opinión pública acepte las cesiones a los neoconvergentes como en lo que se refiere a facilitar la interlocución entre Madrid y Bruselas. Así, en esta legislatura, Díaz ha presumido varias veces de conversar frecuentemente con el prófugo. La última fue este mismo lunes, cuando dijo estar «hablando con Puigdemont» para negociar el apoyo de Junts a la reducción de la jornada laboral. No lo consiguió, cosechando un duro golpe de aquel a quien tantas veces defendió.
Hace dos años, en septiembre de 2023, Díaz viajó a Bruselas para reunirse con Puigdemont. La foto de ambos en dependencias del Parlamento Europeo fue la primera de un miembro de los partidos del Gobierno junto al prófugo -dos meses más tarde llegaría la de Santos Cerdán-. Aunque aquel septiembre el PSOE se desvinculó de la cita entre Díaz y Puigdemont, la lectura de esta reunión se hizo, inevitablemente, en clave de un acercamiento de cara a la investidura de Pedro Sánchez. La entonces vicepresidenta en funciones abrió el camino a una «relación normalizada» con el dirigente de Junts y, en una declaración conjunta con los neoconvergentes, defendió que «los problemas políticos deben volver a los cauces políticos». «La he hecho porque sé que en las estrategias de negociación hay una clave […] que es el reconocimiento», diría semanas después Díaz sobre aquella foto.
En esas tesis ahondó la líder de Sumar en los meses siguientes, con la amnistía como telón de fondo. Su partido se adelantó al PSOE también en esta cuestión: el día posterior a las elecciones designó a uno de sus dirigentes, Jaume Asens, para abrir un canal de comunicación directa con Puigdemont y, antes de que Sánchez reconociera estar negociando el perdón a los líderes del procés -lo hizo el 5 de octubre de 2023-, Sumar ya hablaba de buscar «un mejor encaje a una futura ley de amnistía». El 10 de octubre, la formación magenta presentó un dictamen jurídico que sustentaba su propuesta de una ley para el perdón a los encausados. El PSOE tomó entonces la iniciativa y aquel texto quedó en el cajón, pero parece claro que Díaz preparó el terreno a los socialistas. «Nunca hemos compartido que se diriman en los tribunales lo que son desacuerdos políticos», defendió cuando Sánchez cerró el acuerdo de investidura con Junts.
Con el perdón aprobado, la vicepresidenta siguió siendo uno de los nexos fuertes entre Bruselas y Moncloa. Pese a «no compartir» la mayoría de ideas del líder de Junts, Díaz nunca cortó la relación y siempre ha sido dentro del Ejecutivo una de las principales defensoras de los pactos con el independentismo. Cuando se negociaba la cesión de competencias migratorias a Cataluña, lo justificó porque esto había «permitido sacar adelante decretos». Y, cuando Salvador Illa se reunió con Puigdemont, lo celebró como una «buena noticia». Solo ahora eleva el tono contra el prófugo, tras el ‘no’ a su norma estrella.