Pedro Sánchez ha protagonizado en la penúltima semana del curso político una gira por Latinoamérica que le ha llevado a visitar Chile, Uruguay y Paraguay. Un viaje que le ha permitido exhibir un discurso social con el que se siente más cómodo, haciendo pedagogía de las medidas que ha impulsado en España, pero que también le ha permitido encontrar sintonía con líderes progresistas en ese propósito en el que lleva meses trabajando de articular una alternativa al proteccionismo y la guerra comercial que impulsa Donald Trump. Al otro lado del Atlántico el presidente del Gobierno encuentra refugio en líderes que comparten «esa misma visión del mundo».
El acuerdo comercial UE-Mercosur, pendiente aún de ratificar y con el rechazo de países como Francia, ha servido de palanca a Sánchez para mostrar un discurso que, impregnado de una hoja de ruta social, con una apuesta por la justicia social y la igualdad, presenta como antagónico al de Trump. Si en un primer momento, la cautela y el no entrar en el cuerpo a cuerpo marcaron los pasos en La Moncloa, ahora, y sobre todo tras la cumbre de la OTAN, que en el Ejecutivo creen que para su imagen fue un éxito, se ha decidido cultivar ese perfil de liderazgo para buscar aliados ante el nuevo orden mundial que quiere la administración de EEUU. Contraponer modelos, pivotando en una agenda social e instaurando nuevos conceptos como «internacional del odio y la mentira».
Uno de los mensajes que ha perseguido dejar en esta gira Sánchez es el de «hacer frente al avance del proteccionismo». Líderes como Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Gabriel Boric (Chile), Yamandú Orsi (Uruguay), Santiago Peña (Paraguay) o Gustavo Petro (Colombia) comulgan con esas ideas y valores que abandera Sánchez. «Necesitamos, más que nunca, defender un orden multilateral basado en reglas y reforzar la cooperación internacional», sostuvo este miércoles en Asunción.
En ese discurso de confrontación de modelos y visión con Trump, además de consolidar alianzas con los líderes progresistas del Cono Sur, suma la advertencia de que Europa no debe permanecer impasible. En ese rol de país-puente entre los dos continentes, no sólo emplaza a intensificar la relación comercial, eliminando barreras y obstáculos, que es lo que supondría el acuerdo UE-Mercosur, sino que advierte de que Europa no puede permanecer impasible a las amenazas. «Nuestro objetivo es compartido: evitar una guerra comercial. Pero, si se produce, Europa debe estar a la altura de lo que esperan nuestras empresas. Es por ello que creemos que los ingresos derivados de cualquier contramedida que implementemos deberían destinarse a la creación de un nuevo fondo europeo de ayuda a los sectores más afectados».
Esta gira, con la que pone punto final a su agenda internacional en este curso político, le permite un intento de exhibir liderazgo cuando en Europa el avance de la derecha y la ultraderecha ganando cuota de poder le ha dejado como único gran líder socialdemócrata de referencia, con una agenda de temas complejos. Además, con homólogos como Petro, Da Silva,Boric… encuentra una afinidad en temas sociales como la fiscalidad, la igualdad, multilateralismo, emergencia climática, lucha contra la desinformación….
Esta gira latinoamericana ha sido un altavoz que le ha permitido hacer pedagogía sobre su apuesta en este contexto geopolítico: «Este entorno de comercio libre, justo, ha sido y va a ser clave en el desarrollo de nuestras sociedades. Hoy más que nunca, creo que debemos perseverar en esa mirada multilateral». Y, al tiempo, poner distancia, aunque sólo fuera física, de una política nacional donde llega al cierre de curso con rasguños más que importantes.