Una mayoría de españoles aplaude la concordia, el entendimiento y el diálogo, en definitiva, lo que se ha dado en llamar el espíritu de la Transición. Ese deseo de avanzar dejando atrás la etapa negra de una dictadura para empezar a caminar por la senda de la democracia. Siete de cada diez ciudadanos -68,8%- así lo manifiesta, incluyendo a los más jóvenes que sólo saben de aquella época por sus padres o por los libros. Es este un sentimiento en el que confluyen mayoritariamente los votantes de los principales partidos, con la única excepción de Sumar.
Y pese a este elogio muy general, se muestra la otra cara de la moneda: casi la mitad de los españoles -el 48%- cree que, aún con todo, aquel esfuerzo común que desembocó en la reinstauración de la Monarquía, desde entonces parlamentaria, y en la aprobación de una Constitución que establece la separación de Poderes y garantiza derechos y libertad, no fue suficiente para cerrar definitivamente la herida de las dos Españas. Y la otra mitad se divide entre un 27% que sostiene que aquello fue un tiempo de «encuentro» y un 17,7% que considera que la sanación fue sólo temporal.
Los más escépticos son los votantes de la izquierda. Apenas un 18,8% de los electores del PSOE y un exiguo 6,7% de los de Sumar afirman que la Transición curó el enfrentamiento y las fracturas de una Guerra Civil y cuatro décadas de régimen dictatorial.
Los que piensan que nunca se ha sanado del todo superan el 60% en el caso de los simpatizantes socialistas y se acercan al 80% entre los seguidores de Sumar. Esta posición negativa no es mayoritaria, pero sí significativa también entre los votantes de la derecha: uno de cada cuatro electores del PP y casi uno de cada tres de Vox, la respaldan.
Quizá estas opiniones acerca de los primeros pasos del país hacia la democracia estén influidas por la percepción que tienen los ciudadanos del momento político actual. No en vano, son mayoría -45,6%- los que consideran mala o muy mala la situación, hoy, de la democracia española y entre los que así opinan destacan los votantes del PP -60,3%- y los de Vox -79,9%- que expresan así su rechazo a una situación que consideran dominada por un Gobierno al que acusan de colonizar las instituciones y anteponer su ideología y su supervivencia al interés general.
En lo que sí coincide una mayoría aplastante -70,5%- es en considerar que hoy en día en la educación de los más jóvenes no se da suficiente importancia a lo que significó aquella etapa histórica, a la trascendencia que supone pasar de un régimen totalitario a una democracia con acuerdo y diálogo, sorteando todos los obstáculos con paz civil para dar cauce a las aspiraciones de la inmensa mayoría de los españoles.
En consonancia con esta posición, un abrumador 83% de los encuestados dice estar a favor de que la Constitución sea materia de estudio en todos los colegios de España en la etapa de educación secundaria.
La Transición, la Constitución … y sus protagonistas. Hoy los nombres más destacados de aquella etapa histórica son conocidos por la mayoría de los ciudadanos. El Rey, Juan Carlos I, el que más, pero seguido a poca distancia del ex presidente del Gobierno, ya fallecido, Adolfo Suárez, y también del ex presidente del Gobierno y líder en aquel momento del PSOE, Felipe González. A más distancia, pero también con un alto grado de conocimiento, se sitúan quienes fueron líderes de Alianza Popular, Manuel Fraga, y del PCE, Santiago Carrillo.
Suárez, González y Juan Carlos I son, por este orden, las figuras más valoradas por los ciudadanos. Les siguen Fraga y Carrillo. La nota distintiva es que todos, a diferencia de los políticos actuales, superan claramente el listón del aprobado.
También hay acuerdo en calificar muy negativamente la figura de Franco. Un 40% lo tacha de dictador; un 10% de represor; un 6% de asesino y apenas un 5% le recuerda como impulsor del desarrollo económico y un 2% señala el impacto social positivo de su régimen y otro 2%.