Pedro Sánchez, en la Conferencia Inernacional de la ONU que se celebra en Sevilla.
Pedro Sánchez, en la Conferencia Inernacional de la ONU que se celebra en Sevilla.AFP

Se ha convertido en una situación ya cotidiana. Los miembros del Gobierno asisten a un acto y mientras escuchan o atiende a lo que sucede tienen un ojo en el móvil para saber de actuaciones judiciales. Últimamente en las alertas que les llegan de los medios. Pasó ayer en Sevilla. La decisión del juez del Supremo Leopoldo Puente de decretar prisión incondicional para Santos Cerdán por corrupción pilló a Pedro Sánchez dando una rueda de prensa junto al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. En el turno de preguntas, los móviles empezaron a sonar y vibrar. En el seno del Ejecutivo manifiestan su «sorpresa» por el hecho de que Cerdán ingrese en prisión ya mismo. Preveían esta situación, pero no tan pronto.

Aunque el esfuerzo pasa ahora por poner distancia con el que fuera lugarteniente de Sánchez en el partido -«Es un asunto de una persona que no tiene nada que ver con el PSOE», dijo ayer María Jesús Montero-, en el seno del Gobierno hay «preocupación», primero porque la decisión del juez «confirma que estaba en el vértice de todo». Y, en segundo lugar, porque la inquietud, la preocupación ahora es «ver hasta dónde llega el perímetro, hasta dónde se extiende la mancha de aceite». No se descarta que pueda haber más novedades o nuevos implicados.

Esa distancia no impide que tanto en el Gobierno como en el partido admitan que la imagen de Cerdán ingresando en prisión «es dura y tiene un componente de vergüenza». «Sabemos que no hemos hecho nada, pero ver esa imagen es duro, es jodido», admiten las fuentes consultadas. Detrás de la «tranquilidad obligada» de La Moncloa y Ferraz en las últimas semanas se admite que lo vivido «avergüenza». «Es grave lo que está pasando», admiten fuentes gubernamentales.

De momento, la estrategia pasa por tratar de encapsular esta presunta trama corrupta al «triángulo» Ábalos/Koldo/Cerdán y que ni el partido ni el Gobierno tienen nada que ver. Lo llegan a definir como un «triángulo amoroso» porque algunas de las grabaciones destapan rencillas entre ellos, hasta «celos». Ese propósito de levantar sacos de arena frente al agua lleva a los miembros del equipo de Sánchez a descartar una crisis de Gobierno, porque eso sería reconocer que hay implicaciones o que la red estaba extendida por el Ejecutivo. Tampoco ven como salida una dimisión de Sánchez, una de las opciones que él barajó durante el fin de semana posterior a conocer el informe Cerdán, porque, explican eso sólo sería admisible si Sánchez «hubiera robado, participado del robo o tenido conocimiento». Hipótesis que niegan.

La entrada en prisión de Cerdán no altera, al menos por ahora, la hoja de ruta de Sánchez, «no nos hace recalibrar la situación».

En La Moncloa explican que estamos en una «crisis del PSOE», que el propósito ahora es hacer una renovación del partido, no sólo de nombres, además de mejorar los controles internos. Saben que el Comité Federal que se celebra este sábado va a ser «difícil», pero también «necesario» y que hay momentos en los que el líder de un partido necesita saber por dónde ir. Sánchez lleva semanas hablando con cargos y miembros del partido para tratar de dar forma a una plan basado en cambios e iniciativas que permita al PSOE recuperar sus constantes vitales y salir del «shock».

«No sé si Pedro va a volver a confiar en un secretario/a de Organización», expone una fuente socialista al más alto nivel. Y es que Sánchez creyó en la palabra de Cerdán hasta el último momento, hasta que tuvo ante sí el «contundente» informe de la UCO. «Ha engañado a mucha gente, para nuestra desgracia a nosotros también». Que era de su máxima confianza lo demuestra que a él le encargó abrir una vía de comunicación con Junts, fue el artífice del blanqueamiento de Bildu, negociador con el PNV y quien traspasó la línea roja para hacerse la foto con el prófugo Carles Puigdemont para rubricar el pacto de investidura que implicaba una amnistía para sus nuevos socios.

El presidente del Gobierno defendió ayer que el PSOE actuó «de manera contundente desde el primer momento. Hemos asumido responsabilidades. Apartamos a Cerdán y ahora es el momento de la Justicia, que es quien tiene que dirimir responsabilidades». Un argumento que ha repetido en varias ocasiones. Trata de poner el foco en la reacción y no en lo que obliga a reaccionar.

Sánchez sitúa aquí la asunción de responsabilidades respecto a que su mano derecha fue clave en una presunta trama corrupta: en exigir su dimisión y que entregara el acta. «Pedimos perdón ocho veces, exigido su dimisión y que entregue el acta al tiempo que anunciábamos medidas. Mucho más no podemos hacer, lo tiene que hacer la Justicia».

Esos cortafuegos que creen haber puesto en el Gobierno la esperanza de que el rechazo de la sociedad no supondrá «una hecatombe». Creen que el discurso de que no sabían nada y que fueron engañados por Cerdán goza de crédito entre los suyos. La encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO publicada este lunes señala que en sólo un mes el PSOE ha perdido 1,6 puntos quedándose en el 26,8% de los votos.

por Admins

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